Lo que se desconoce del autismo

Tengo Autismo.
Cuando mis padres supieron el porqué de mis rabietas, mi falta de lenguaje, mi difícil comprensión, mis estereotipias, mis conductas disruptivas, mi lentitud en el aprendizaje y muchas cosas más que conlleva tener autismo, era muy tarde.
No recibí atención temprana, pues en los años setenta poco se sabía sobre este trastorno, aun así, yo aprendí muchas cosas que ningún profesional pensaba que lograría.
Mi madre no ha olvidado cuando le dieron la noticia de que nunca caminaría, que sería un vegetal, que no viviría mucho, que quizá no llegaría a la adolescencia.
Todos se equivocaron.
Camino, sé correr y nadar, pero eso no es lo grave.
Lo peor es que nunca han entendido mis problemas de conducta derivados del Trastorno del Espectro Autista, siempre han querido resolver con fármacos, mis trastornos conductuales, y a día de hoy estoy medicada hasta lo que mi cuerpo permite, y todo por falta de personal especializado.
En la actualidad, donde vivo, no hay un centro residencial especial para personas con Autismo, y yo sigo sin tener la atención que requiere mi problema, pero no soy un caso único, lo que pasa es que mis padres siguen intentando darme la atención que necesito.
Ellos me entienden, pero cada día se lo pongo más difícil, y el tiempo pasa, ya he cumplido 48 años.
Esta es la parte del Autismo que pocos conocen.
Mis padres prefieren menos conmemoración en azul y más centros especializados para personas como yo.
Texto: Paula Romero

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