Autismo en la mujer: una brecha de género.

Toda una vida camuflando síntomas para encajar.

Autismo en la mujer: una brecha de género. La manifestación del TEA en las mujeres es mucho más sutil, y tienen la capacidad de camuflarlo. El 70% de los casos no se llegan a diagnosticar nunca.

Hasta hace muy poco, la sociedad, no era consciente, del esfuerzo mayúsculo que significa para las mujeres autistas tener amistades, trabajar de cara al público, mantener vínculos con otras personas, etc… todo ello las agota mentalmente.

Se estima que el 70% de las niñas y mujeres afectadas por el trastorno del espectro autista nunca reciben su diagnóstico correcto.

Ellas suelen controlar y enmascarar los síntomas, que son más sutiles, y se escapan de los criterios diagnósticos, menos sensibles a las particularidades femeninas.

El autismo más severo, que también tiene algún tipo de discapacidad intelectual, se diagnostica en los primeros años de vida tanto en mujeres como en hombres, pero este trastorno tiene múltiples grados de severidad.

Hoy en día, por cada cuatro niños y hombres con autismo, solo hay una chica.

La falta de comunicación y lenguaje, la incapacidad para relacionarse, las conductas y movimientos repetitivos (estereotipias), son más frecuentes en niños, mientras que en niñas se observa una buena capacidad intelectual (con pequeñas diferencias o especialidades).

Suelen tener un grupo reducido de amigas, son perfeccionistas y tienen dificultades para reconocer y exteriorizar sentimientos. «Pero los síntomas en chicas autistas son más sutiles porque tienden a tener una mejor capacidad para disimular las dificultades sociales adaptándose a su entorno.»

Desde pequeñitas imitan a otras niñas neurotípicas, para parecerse a ellas y reaccionar de una manera similar, de esta forma se adaptan al medio.

Las niñas y mujeres con autismo verbal, tienen mejor lenguaje que los niños y los hombres, son más expresivas y mantienen más el contacto visual.

Suelen tener más capacidad de entrenar y ensayar, aquellas cosas y situaciones que no se le dan tan bien, como la socialización, además, el género femenino, de base, tiene unos niveles de empatía más altos.

La forma que tienen de socializar las mujeres con TEA no es innata, sino mecánica: aprenden cómo tienen que reaccionar en cada situación y se ordenan cumplir con lo que socialmente se espera de ellas. Lo absorben a lo largo de los años, no es que no les preocupe el resto de las personas o sus sentimientos, sino, que su cerebro no siempre les avisa de situaciones emocionales de terceros, que para el resto son sencillas y automáticas.

Las mujeres autistas se camuflan en la sociedad, porque quieren encajar.

Las mujeres con autismo, hacen uso de estrategias para parecer socialmente competentes y que los demás no observen sus dificultades, tienen un guion mental.

Pero qué ocurre con todo ello, que realizan tal esfuerzo, que acaban pagando un precio muy alto: el agotamiento mental.

Las mujeres autistas tienen más riesgo de sufrir episodios de angustia, depresión, pánico, estrés o de autolesiones. 

Antes de detectar el autismo en las mujeres, a menudo son diagnosticadas erróneamente con otro tipo de trastornos:

  • Trastorno límite de personalidad, se detecta inestabilidad emocional y conductas impulsivas.
  • Bipolaridad porque su deseo social e inocencia las lleva a exponerse a riesgos
  • Trastorno obsesivo compulsivo (TOC).
  • También tienen más riesgo de presentar síntomas de un trastorno de la conducta alimentaria (TCA), porque usan conductas típicas de la anorexia nerviosa o la bulimia para intentar calmarse o tranquilizarse emocionalmente. 
  • Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH).

Y por desgracia, una vez te etiquetan, es muy complicado que posteriormente encuentren el diagnóstico correcto.

Cabe decir, que la infradetección de casos de autismo femeninos también se debe al sesgo de género en las maneras de evaluación estándar, que están masculinizadas, por eso podemos decir: Autismo en la mujer: una brecha de género.

Antes del diagnóstico, las mujeres autistas se sienten rotas, que no encajan, diferentes, que no valen para esta sociedad, se sienten fuera de lugar.

De hecho, las mujeres con autismo han crecido con unas dificultades sin saber el origen y se autoresponsabilizan de las carencias y de su incapacidad para entender el mundo que las rodea.

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